martes, 18 de diciembre de 2012

Contracultura oficial

La contracultura actual es una contracultura oficial, un fenómeno que se desarrolla en la sociedad y cuyo origen está el entramado mediático que forma la propaganda sociológica (al igual ocurre con la cultura oficial). De esta propaganda se implantan en la sociedad las ideas que cada miembro de ella acabará por percibir como propias, y una vez asimiladas, el indivíduo se convierte él mismo en difusor de esas ideas a través de textos y vídeos, u otras formas de expresión.
Un ejemplo de la diferencia entre la contracultura oficial y lo que debería ser la contracultura, lo encontramos en su posicionamiento frente al sistema educativo.
Es importante destacar primero que el principal principio del control mental sobre el indivíduo es la adulación ("secret societies and psycological warfare", Michael a. Hoffman).
El sistema educativo proporciona una educación de carácter masónico. Esto en sí puede ser discutido con más detalle, pero lo que no deja mucho espacio para la discusión es que precisamente el sistema educativo escolar presenta las materias que imparte como hechos incuestionables. Es indiferente si se trata en un aula sobre historia o matemáticas, el denominador común es el de enseñar a no cuestionar. Esta es la "materia" subliminal impartida. Pero como una bufonada final, y aquí es donde entra la adulación, el alumno que mejor y más responda a los exámenes, el que mejor asimile la realidad impartida, tiene el bonus de destacar. Sus notas serán mejores que las de sus compañeros de clase.
No resulta difícil de entender como se forman grupos homogéneos de adultos que piensan de igual manera los mismos temas. Pero la adulación destinada a los adultos ya no se basa en buenas notas, ahora en los adultos la adulación emana de la sensación de pertenencia al grupo social correcto. Esto es, al de los buenos. Y una vez más, las ideas que definen la realidad de su grupo social no son sólo las más nobles, sino que son más incuestionables que nunca (una deficiencia personal que proviene de la constante defensa del indivíduo de su status quo en un mundo que ya de por sí es difícil).


Nota final, la contracultura nunca firmaría una petición de más escuelas públicas. Los miembros de la contracultura oficial por supuesto que sí. Quien sino iba a andar en la calle pidiendo firmas para ello?


No será este el rumo que seguirá este blog, cuando así sea. La realidad social visible que cualquiera puede percibir con más o menos autocrítica, y que es desbordante en propaganda, no resulta tan interesante cuando comparada con la realidad oculta que nos rodea y que sin embargo no conseguimos percibir, embrumada por la twilight language, la cual sin una formación clásica como ocurre en el actual sistema educativo, y sin un interés personal, resulta totalmente imperceptible, y discretamente se manifiesta en toda la realidad social que sí percibimos como única y conocida.